Uno de los episodios de la
Historia de Roma con mayor presencia en el imaginario popular es el de la
erupción del Vesubio, que trajo consigo la destrucción de Pompeya y Herculano.
Dicha erupción tuvo lugar el 24 de
agosto del año 79 d. C. y nuestra principal fuente para el conocimiento de
lo ocurrido es el testimonio de primera mano de Plinio el Joven (s. I-II d. C.), que le relató lo sucedido al historiador Tácito (s. I-II d. C.) en
una carta (6, 16). En ella cuenta cómo su tío, Plinio el Viejo, intrigado por
la columna de humo que ascendía por encima de las montañas cercanas, salió a
investigar en una embarcación ligera, dictó sus observaciones, terminó por
marchar a la playa al día siguiente con una almohadilla en la cabeza para
protegerse de los restos de rocas que caían y acabó muriendo asfixiado por los
vapores.
Si queréis saber más detalles,
aquí os dejo una versión adaptada de dicha carta, por supuesto, en latín, que traduciremos en clase y traduciréis vosotros mismos, si alguno estudia Latín y Griego en horario nocturno.
C. Plinius Tacito salutem plurimam dicit:
In urbe Miseno
eramus, [ubi avunculus meus classem regebat]. Paucis diebus ante motus terrae crebros in regione
Campania, senseramus. Sed ante diem IX Kal. Sep. hora fere septima nubem
magnitudine inusitata vidimus; nubes e monte Vesuvio surgebat et simillima
forma pino erat. Avunculus meus, vir doctissimus, navem petivit, [quod magnam
rem cognoscere atque videre e proximo loco cupiebat]. Avunculus properat illuc
[unde alii fugiunt]. Iam cinis, densior calidiorque, navi incidebat; mox
cadebant nigri pumices et parvi lapides. Sed avunculus navis gubernatorem
incitabat: “Fortes fortuna iuvat”. Interim e monte multis locis latissimae
altissimaeque flammae relucebant.
Nos autem prima diei hora Miseno excedere statuimus.
Vndique audiebamus feminarum atque infantium questus, virorum clamores; multi
liberos, parentes aut coniuges requirebant atque manus ad deos tollebant.
Tandem obscuritas disparuit: sol rursus luxit. Misenum revenimus et
tristissimam rem accipimus: avunculi mei mortem.
Esta erupción es el marco en el que se desarrolla la nada, nada recomendable Pompeya
(Paul W. S. Anderson, 2014). Mucho mejor es la recreación que de este
episodio hizo la BBC (2003) y que veremos en las próximas sesiones. Así
que... ¡poneos a cubierto!