jueves, 27 de septiembre de 2018

A VUELTAS CON EL MINOTAURO



Adelantábamos el otro día en clase que, después de años de alimentarse de los muchachos y muchachas que desde Atenas se veían obligados a enviarle al rey Minos cada siete o nueve años, según las versiones, el Minotauro acabó muriendo a manos -o mejor, puños- de Teseo. Teseo era el hijo de Egeo, el rey de Atenas, y harto de ver cómo los atenienses morían devorados por el Minotauro, se ofreció como voluntario como tributo -¿os suena?-. Cuando llegó a Cnosos -en Creta, recordad-, Ariadna, hija de Minos y Pasífae, se enamoró a primera vista de él y le ofreció sabios consejos para acabar con el monstruo y, sobre todo, conseguir salir del inextricable laberinto. Cuando se adentrara en él, debía ir desenrollando un hilo que le indicara posteriormente el camino que debía hacer a la inversa. A cambio de su ayuda debía, eso sí, llevarla con él a Atenas, pues de otro modo ella sufriría la ira de su padre Minos. Teseo accedió y, por supuesto, consiguió derrotar al Minotauro con sus golpes y salir del laberinto gracias al ingenio de Ariadna. Sin embargo, no le fue muy leal a la princesa, pues la abandonó en una isla de camino a Atenas. Eso sí, a ella no le duró mucho el disgusto, pues pronto se encontró con Dioniso, el dios griego del vino y el desenfreno -el Baco de los romanos, de ahí lo de bacanal-, que la convirtió en su esposa. En cuanto a la llegada de Teseo a Atenas, no fue del todo triunfal. Tan satisfecho iba de sí mismo, que olvidó que había acordado con su padre Egeo que si la expedición tenía éxito debía izar en el barco velas blancas. Su padre aguardaba impaciente en la costa y, al ver el barco sin las velas blancas, entendió que Teseo había fracasado y muerto. No pudo soportar el dolor y se suicidó arrojándose al mar, que, desde entonces, pasó a llamarse Egeo.
Este es uno de los mitos griegos más célebres y pervive aún en la cultura popular. Veíamos el otro día cómo una de las pruebas más famosas de Humor Amarillo estaba inspirada en el laberinto y cómo los protagonistas de El nombre de la rosa, la magnífica novela de Umberto Eco y película de Jean Jacques Annaud, conseguían salir de la enrevesada biblioteca gracias a que Adso recordaba el ingenio de Ariadna. Además, Eliana, una compañera vuestra de hace un par de años, apuntaba muy acertadamente que el videojuego Minecraft le hacía un hueco al Minotauro. Aquí os dejo un vídeo que lo demuestra.

Ya lo veis, mis jóvenes amigos, tan solo hace falta prestar algo de atención para descubrir que la cultura clásica sigue muy, muy viva. Permaneced alertas y, por supuesto, 1. actualizad vuestro cuaderno y completad el resumen del mito que hicisteis. 2. Completad la sección "Pervivencia" con los ejemplos tan interesantes que aparecen en clase cada día.
Valete omnes!

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