Decía el poeta latino Juvenal
(siglos I-II d. C.) que el pueblo romano solo deseaba dos cosas: pan y circo (panem et circenses). En efecto, de la misma manera que hay
quien dice que el fútbol sirve para distraer a los ciudadanos de asuntos más
importantes, también los emperadores romanos realizaron repartos gratuitos de
trigo y grandiosos espectáculos públicos
para mantener contento y sumiso al pueblo.
Entre los espectáculos más
antiguos estaban los juegos circenses.
No debéis dejaros engañar por el significado actual de “circo”, sino que el
circo de Roma era una pista -similar
a un velódromo- donde se celebraban carreras
de carros conducidos por aurigas y tirados por caballos. Supongo que todos
tenéis en mente la célebre escena del clásico Ben-Hur, en el que un esforzado y
sufrido Charlton Heston aguanta los envites no del todo deportivos de su rival
Mesala. En caso contrario, aquí lo tenéis:
Cada carro representaba a un
equipo o facción y estos equipos se
identificaban por un color (blanco, verde, azul o rojo). Las facciones eran
organizaciones complejas que movían elevadas sumas de dinero y tenían muchos
seguidores.
Los espectáculos que, de todos
modos, más fervor levantaban entre el pueblo eran los combates de gladiadores y las luchas
de fieras. Ambos se celebraban en el anfiteatro,
una edificación creada ex profeso. El
anfiteatro más célebre es, por supuesto, el Coliseo de Roma (s. I d. C.), que luce de fondo en este blog y que
en el siguiente clip de la película Gladiator
(Ridley Scott, 2000) podéis ver recreado en todo su esplendor.
Los gladiadores solían ser esclavos
o condenados a muerte, aunque
también había hombres libres y podían llegar a alcanzar gran fama. Hay pintadas
en los muros de Pompeya que se refieren a un gladiador llamado Celadus y dicen
de él “el hombre por quien suspiran las muchachas”. Había modalidades diversas de luchas: gladiadores o fieras entre sí,
gladiadores contra fieras, condenados indefensos arrojados a las fieras -en la
época de las persecuciones, los cristianos sufrieron frecuentemente esta “suerte”-,
etc. El desenlace solía ser la muerte del vencido. De hecho, habréis escuchado
la frase: Ave, Caesar! Morituri te
salutant! que quiere decir algo así como “¡Saludos, Emperador, los que van
a morir te saludan!”
A veces los gladiadores derrotados
eran perdonados. Por cierto, supongo que habréis visto alguna vez cómo en las
películas ambientadas en la antigua Roma el emperador concedía el perdón del gladiador
derrotado con el pulgar extendido.
Pues bien, este gesto significaba en realidad “muerte”, pues, al
parecer, significaba la espada desenvainada, mientras que cuando se quería
conceder el perdón se escondía el pulgar simbolizando que se envainaba la
espada.
Uno de los gladiadores más
célebres, además, por supuesto, del ficticio Máximo de Gladiator, fue Espartaco y con él se relaciona en parte vuestra
tarea para el próximo día, que consiste en responder
a las siguientes preguntas en vuestros cuadernos:
1.
¿Qué significaba la expresión “pan y circo” de Juvenal?
2.
¿Qué era el circo romano y qué espectáculos se celebraban allí?
3.
¿Cuál fue el anfiteatro más famoso de Roma? ¿Qué espectáculos se celebraban
allí?
4.
¿Qué significaba el gesto del pulgar extendido?
5.
¿Quién fue Espartaco?
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